El cernícalo primilla, como todos los halcones, es una especie con alas alargadas y fuertes, que encaja bien con la imagen de un volador poderoso a vuelo batido. De hecho, los cernícalos se ciernen, se detienen en el aire batiendo las alas cara al viento, prospectando el terreno en busca de sus presas, y de este comportamiento les viene
el nombre en castellano. Sin embargo, a pesar de todo esto, el primilla explota eficazmente la energía disponible en el aire para volar de manera económica. Es decir, cuando por efecto del sol el suelo se calienta y se forman
corrientes de aire ascendente, los cernícalos paran de batir alas y se dejan llevar por el aire. Este comportamiento se llama
cicleo y es algo característico de la grandes rapaces de alas anchas como los buitres y las águilas. Vuelan en círculos, sin batir alas, dentro de una corriente térmica. Ascienden ganando energía potencial, y luego descienden planeando hasta la base de la siguiente corriente ascendente. Esta forma de volar es muy económica, es el equivalente al barco de vela que se deja llevar por el viento; pero es mucho más lenta que el vuelo batido.
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Trayectoria de caza de un primilla seguida con GPS a un segundo |
En un
reciente artículo, que publicamos en PLOS-One, "Why do kestrels soar?", demostramos que los cernícalos primillas son totalmente dependientes del vuelo cicleado para conseguir un balance de energía en equilibrio durante la reproducción. Es decir, que si no fuera porque disponen de corrientes térmicas que pueden utilizar para ciclear no les resultaría rentable desplazarse a las zonas preferidas de caza a capturar
grandes cigarras (sus presas preferidas). El problema que que los primillas cazan y transportan sus presas de una en una (no tienen bolsillos) y en muchas ocasiones las zonas buenas para cazar se encuentran a más de 20 km de la colonia. Ir por una cigarra a 20 km y volver aleteando supone un gasto de energía mayor que el que la cigarra proporciona. Así que "si hay que ir se va; pero si es pa na", parecen pensar los primillas. De hecho, si fueran aleteando tardarían menos tiempo en completar el recorrido; pero no lo hacen. Los primillas tienen muy bien estudiado el ciclo diario de formación de térmicas,como si tuvieran un master en física de la atmósfera. Por la mañana temprano, que no hay térmicas, se desplazan aleteando a cazaderos cercanos y vuelven aleteando a la colonia; pero tan pronto como las térmicas se forman cambian de estrategia y se desplazan cicleando a zonas más alejadas. Esta dicotomía es mucho más aparente en colonias rodeadas de medios pobres en presas para la especie. Por la mañana cazan presa pequeñas cerca de la colonia y a medio día se desplazan mucho más lejos cicleando a capturar presas mayores. El vuelo cicleado es más lento; pero hasta cinco veces más económico que el aleteado.
Todo esto lo hemos podido ver gracias al empleo de pequeños
dispositivos con GPS de 2 g de peso que nos proporcionan una posición por segundo y nos permiten reconstruir con sumo detalle el vuelo de los cernícalos. Hasta ahora nadie lo había hecho y en la imagen de todos los estudiosos de las aves rapaces, el cernícalo era un ejemplo de ave que no dependía de las térmicas para volar. No es extraño, no es fácil ver a un cernícalo en lo alto de una térmica a 1000 m de altura.
La conclusión del estudio que los primillas están más limitados por la energía que por el tiempo a la hora de criar a sus pollos durante la reproducción --"
it's the economy, stupid"-- y sólo pueden desplazarse lejos a cazar utilizando técnicas de vuelo económicas. En fin, parecería que los primillas contaran calorías cada vez que salen a cazar y no dieran un aleteo más de los estrictamente necesarios.